El rostro de las desigualdades que enfrentan las mujeres
Cada 8 de marzo, millones de personas se unen para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, una jornada dedicada a reflexionar sobre los logros, la fortaleza y la contribución de las mujeres en todas las esferas de la sociedad. Esta fecha se remonta a principios del siglo XX, donde recordamos la lucha histórica por la igualdad de género y los derechos, civiles y laborales. Sin embargo, aún enfrentamos desafíos como por ejemplo el derecho a una vida libre de violencia, trabajo digno y una desproporcionada responsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados.
Una vida libre de violencia
Según los datos proporcionados por la ONG Manuela Ramos en el año 2023, 165 mujeres fueron asesinadas en Perú. Los departamentos más afectados por el feminicidio fueron Lima (39), Arequipa (23), Junín (11) y Puno (10). Según el Programa Nacional Aurora, solo en enero 2024 hubo 19 casos de tentativas de feminicidio y 18 casos de feminicidio a nivel nacional. De estos, el 16.7% correspondió a niñas y adolescentes, mientras que el 83.3% afectó a adultas. Los agresores, en su mayoría, fueron las parejas o ex-parejas de las víctimas y estaban plenamente conscientes al cometer el acto, es decir, no estaban alcoholizados ni drogados.
Estas estadísticas son un sombrío recordatorio de la persistente violencia de género que enfrentan las mujeres peruanas en todas las regiones del país. Detrás de cada uno de estos números hay historias de dolor y sufrimiento, hijos e hijas huérfanas, familias destrozadas y comunidades en duelo. El feminicidio no sólo arrebata vidas, sino que deja cicatrices imborrables en el tejido social y se vuelve tangible la fractura en el sistema de justicia. Es impostergable asegurar la sanción a los responsables y crear las condiciones para erradicar la violencia de género.
Para abordar esta problemática es esencial poner atención a cómo hombres y mujeres se adaptan al contexto patriarcal, que implica la incorporación de roles de género, mandatos morales e ideales, que construyen sus subjetividades, implicando la devaluación de la mujer, muchas veces vista como objeto y no como sujeto de derecho. En otras palabras, se construyen en un sistema disfuncional e insano que produce sufrimiento, afectando el funcionamiento psíquico y la forma en que se relacionan consigo mismos y con los demás.
Trabajo digno y una desproporcionada responsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados.
Además del derecho a una vida libre de violencia, las mujeres también enfrentan desafíos en el ámbito laboral y doméstico. A menudo, las mujeres asumen una desproporcionada responsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados, ya que son ellas quienes se encargan de las tareas del hogar, el cuidado de las niñas/os, las enfermas/os y las ancianas/os, sin el reconocimiento, ni la valoración que merecen por esta labor fundamental.
Según el IEP, Oxfam y CMP Flora Tristán (2021), las mujeres peruanas dedican 27 horas semanales más que los hombres al trabajo no remunerado, que implica trabajo doméstico y de cuidados de integrantes del hogar. Esta carga adicional de responsabilidades reduce su tiempo disponible para el trabajo remunerado, la educación y el desarrollo personal, y afecta su autonomía económica, su salud física y psicológica, perpetuando así las desigualdades de género en la sociedad y la precarización laboral de las mujeres. En ese sentido, es crucial reconocer y redistribuir equitativamente estas responsabilidades para avanzar hacia una sociedad más igualitaria y justa para todas las personas, promoviendo las responsabilidades compartidas en el hogar que involucren a todas/os sus miembros.
Liderazgos de las Mujeres
En medio de los desafíos y las adversidades, las mujeres han emergido como protagonistas indiscutibles en la lucha contra la violencia y la explotación. Su participación activa en la esfera social y política ha sido fundamental para impulsar cambios significativos en la búsqueda de la igualdad y la justicia. Desde liderar movimientos comunitarios hasta ocupar roles destacados en la arena política, las mujeres han demostrado una valentía y determinación excepcional. Su voz resuena con fuerza en la defensa de los derechos humanos, la protección del medio ambiente y la construcción de sociedades más inclusivas. En lugar de ser víctimas pasivas, las mujeres están asumiendo un papel central en la transformación de nuestras comunidades hacia un futuro más equitativo y sostenible.
Sin embargo, es importante reflexionar sobre el hecho que algunos estilos de liderazgo adoptados por mujeres pueden replicar patrones masculinizados desconectados de la ética y las prácticas democráticas, que han predominado en la acción política de la mayoría de hombres en el Perú. Por lo que sí es importante estar atentas para cuestionar y poner un alto a esta réplica del abuso de poder. Estas actitudes pueden causar un daño significativo y tener consecuencias fatales en la vida de los ciudadanos y ciudadanas, dejando familias enlutadas y sociedades fracturadas. Es fundamental que el liderazgo femenino se base en principios de inclusión, justicia y participación democrática, para así promover un verdadero cambio positivo en nuestras comunidades.
El Día Internacional de la Mujer es una ocasión para reflexionar sobre estas realidades y reafirmar nuestro compromiso con la erradicación de la violencia de género en todas sus formas. En ese sentido, exhortamos a los gobiernos locales, regionales y nacional a cumplir las políticas públicas en consonancia con los convenios internacionales que salvaguardan el derecho de las mujeres, con enfoque de género, interseccional e intercultural. Es fundamental que se implementen políticas y programas que aborden las causas profundas de la discriminación de género para disminuir las barreras que enfrentan las mujeres en su amplia diversidad, en todos los aspectos de la vida y construir una sociedad más justa y democrática, donde las mujeres tengan el derecho a vivir una vida libre de violencias y discriminación.
Texto escrito: Roxana Aliaga Chávez y Carmen Sara Martínez Salazar