La Pampita: Un barrio que construye su seguridad

Fotografía: Raúl Méndez

Raúl Mendez

El barrio “La Pampita” se ubica a la altura de la cuadra 2 de la Av. El Agustino, avenida que circunda el A.H. Cerro El Agustino y se dirige hacia la parte más alta de los cerros del distrito.   

El A.H. Cerro El Agustino conforma el sector denominado “Cerros Unidos”, junto a otros cinco asentamientos humanos, que son los AA.HH. El Independiente, Santa Isabel, San Pedro de Ate, Santa Clara de Bella Luz y Marginal San Pedro. Un conglomerado de poblaciones que comenzó a formarse hace ya 75 años cuando, un 15 de abril de 1947, oleadas de migrantes sin vivienda invaden la ladera donde se ubica hoy el A.H. San Pedro de Ate. Así entonces, los barrios ubicados en este sector de “Cerros Unidos” forman parte de los más antiguos que se asientan en El Agustino y en la ciudad de Lima.

Por la configuración física de las laderas donde se instalan estos asentamientos, por la ocupación y crecimiento no planificado, con viviendas autoconstruidas, las vías de acceso son estrechas y los espacios públicos escasos.  A eso, hoy se suma la creciente inseguridad ciudadana que se traduce en la presencia de focos de delincuencia común, consumo de drogas y alcohol en las calles, violencia callejera y doméstica; situaciones que hacen que un sector importante de la población, como niños, niñas y adolescentes, se encuentre en constante riesgo. Por todo esto, estos asentamientos viven en una permanente vulnerabilidad tanto física como social.

 

(Año 1968) Audiencia pública en “La Pampita” con el primer Alcalde de El Agustino Dr. Jack Lombardi

La Pampita: iniciativa de los vecinos y vecinas para responder a la inseguridad

 El lugar ubicado en la cuadra dos de la avenida El Agustino, ha sido de los pocos espacios que conserva un área relativamente amplia. La memoria colectiva registra en el lugar la realización de actividades importantes como asambleas públicas o celebraciones diversas, obteniendo la denominación de “La Pampita”, como un lugar de encuentro de la población del entorno, tanto de los asentamientos humanos de “Santa Isabel” como del “Cerro El Agustino”.

Sin embargo, debido a la pavimentación de la avenida El Agustino y la aparición de empresas y asociaciones de mototaxistas, La Pampita se encuentra hoy en día en medio de una vía de alto flujo de vehículos menores (moto taxis), sumando otro riesgo a los ya existentes.

Con la aparición de las motos taxis y la ausencia de toda autoridad, sectores del Cerro El Agustino como La Pampita se convirtieron en lugares recurrentes para la venta y consumo de drogas. El malestar de la población se acentuó con el incremento de la presencia de personas consumidoras de drogas, de dentro e incluso de fuera del distrito. La primera reacción de la población fue el repliegue a sus viviendas.

Mientras tanto, los dirigentes y pobladores han buscado siempre que el gobierno local y la Policía Nacional asuman sus responsabilidades, sin tener éxito en sus gestiones, a pesar de las promesas realizadas, sobre todo en tiempos de campaña electoral.

En el año 2010, ante la inoperancia tanto del gobierno local como de la comisaría del sector, un grupo de vecinos y vecinas, entre dirigentes y pobladores, acuerda actuar de forma decidida realizando las acciones siguientes:

  1. Organizarse en rondas o cuadrillas de vigilancia y hacer turnos para disuadir la presencia de personas dedicadas a la venta y el consumo de drogas y también evitar otros actos delictivos.
  2. Recuperar el espacio de La Pampita, que había sido tomado como área de estacionamiento de moto taxis y autos, situación que favorecía la venta y consumo de drogas y alcohol. Para eso se demarca como área restringida al estacionamiento de vehículos y se colocan maceteros gigantes sin afectar el flujo vehicular por la Av. El Agustino.


Estas dos acciones, generaron conflictos con vecinos que usaban el espacio para estacionar sus vehículos; los vecinos que querían recuperar el área para la comunidad reciben amenazas de quienes sienten que pierden capacidad de decisión y primacía en el territorio.

A la vez, con el apoyo de jóvenes voluntarias/os, La Pampita y el local comunal del Comité 2, lugar donde se ubica La Pampita, son utilizados para realizar actividades culturales y recreativas para niños, niñas y adolescentes, como talleres de zancos, teatro y poesía, los que se realizan en verano, durante las vacaciones escolares y, en tiempo de clases, los días sábados. Debido al pequeño espacio con que cuenta el local comunal, las actividades ocupan La Pampita donde se llevan a cabo juegos con zancos, expresión corporal, dibujo y pintura, captando la atención de la comunidad, cobrando una fuerza inusitada y dando lugar a la creación en el año 2016 de la organización cultural “La Clínica de los Sueños”.

Reunión de La Clínica de los Sueños en La Pampita.

Organizándose para hacer los sueños realidad

La Clínica de los Sueños fue promovida por un grupo de personas de El Agustino, formado por jóvenes profesionales voluntarias y voluntarios y dirigentes del barrio, que toman el nombre de un paradero en la Av. Riva Agüero, nombrado de esa manera por un decir muy popular entre los pobladores, que relata que, durante los años 60 del siglo pasado, en dicha esquina “operaban sin anestesia”.

Las continuas actividades realizadas por “La Clínica de los Sueños” le han cambiado el rostro a “La Pampita”. Actividades como los talleres artísticos, el “Poesibarrio”, los concursos de cometas o “cometeadas”, el “rompeollas”, los concursos de trompos y otros que se realizan de forma periódica, le han dado a este barrio una connotación diferente, haciéndolo más conocido como un referente cultural que como un lugar de riesgo por inseguridad ciudadana o de venta y consumo de drogas, actividad, que si bien no ha desaparecido, se ha reducido considerablemente en este lugar, replegándose a lugares y formas de comercio más clandestinas y no en la vía pública y a vista de todos como solía pasar, disminuyendo de manera notoria el riesgo y la inseguridad que se vivía en el barrio.

Cometada en el Cerro El Agustino.
Rompeolla en La Pampita.

El cambio conseguido tiene que ver con que las actividades promovidas recurren al aprovechamiento de las características físicas del espacio circundante, como las “cometeadas” que se realizan en un espacio abierto en la parte alta del Cerro El Agustino, donde existe una explanada que permite volar cometas mientras que se observa la ciudad de Lima, o como las llamadas “muraleadas” donde se aprovecha creativamente las paredes del barrio para mejorar su apariencia, con colores y mensajes que proponen formas de convivencia más sanas, armónicas y saludables, o también, cuando se recuperan tradiciones y costumbres de los primeros pobladores migrantes como el “rompeollas” que consiste en la recreación de una fiesta tradicional del barrio como era el “cortamonte” o “yunza” pero que tuvo que ser prohibida por la municipalidad a nivel de todo el distrito por los actos de violencia que se producían y por razones ecológicas. 

Al igual como se hacía en los cortamontes, donde se tumbaba un árbol en medio del baile, durante el “rompeollas” se danza en parejas al compás de una música de carnaval de raíces andinas, alrededor de una olla de barro especialmente decorada para la ocasión, llena de dulces y regalos, suspendida por una cuerda; las parejas que logren romper la olla serán los padrinos del próximo “rompeollas” que se lleva a cabo a fines del mes de febrero de cada año. Los rompeollas realizados se han dado en medio de un clima festivo sin que hasta el momento se hayan producido actos violentos.

La Pampita hoy

Actualmente, La Pampita sigue siendo un lugar donde el caos vehicular y el conflicto se hacen presentes como una prolongación de los problemas tangibles de nuestra ciudad de Lima que no terminan por resolverse, pero, cada vez más, el vecindario va convenciéndose que la resolución de la tensión existente entre las y los pobladores por el uso del espacio público pasa por el dialogo y si se pone por delante el bienestar de la comunidad a los intereses particulares. Todavía hay vecinos que usan el área como zona de estacionamiento de sus vehículos, pero saben que deben retirarlos cuando el espacio se requiere para la realización de actividades, cuando esto sucede, se abre paso a otro tipo de convivencia humana y el aspecto de La Pampita toma forma de vida comunitaria donde es posible el encuentro y la unión de todos y todas.

El encuentro es posible gracias a la iniciativa y tenacidad de quienes decidieron no refugiarse en sus casas y salieron a utilizar el espacio de todos para jugar, bailar, reír, pensar y crecer como personas y como comunidad.  Hasta la próxima actividad, en la que con corazón, voluntad y mucha creatividad, más que con recursos económicos, nos volvamos a reunir.